“HEMÓN. (…) No lleves, pues, dentro de ti una sola manera de pensar, la de que lo que tú dices, y ninguna otra cosa, eso es lo correcto. Pues el que piensa que él es el único que es sensato o que tiene una lengua o un alma que no tiene ningún otro, ésos al descubrirse se muestran vacíos. (…) Ves que en las riberas las corrientes torrenciales del invierno a los árboles que ceden, ésos salvan sus ramas, mientras que los que resisten de raíz perecen(…)
CREONTE. ¿Acaso la ciudad nos va a decir lo que hay que ordenar?”
¿Puede la ciudad decirnos cómo o qué hay que ordenar, ya no tanto a nivel espacial, de lugares, sino mental? ¿Puede que el espacio, el lugar, el 'dónde' adscrito a alguien, a un ente, un sujeto, condicione inexorablemente a éste, en su modo de pensar y sentir? Sea esta 'la' manera de pensar de uno, ¿no es algo contradictorio con el pensar mismo?; es más, tener 'en nosotros una sola manera de pensar', ¿no nos hace más débiles? ¿menos precavidos? ¿más confiados?
¿No debemos dudar siempre, para poder conocer mejor y pisar sobre más seguro, si fuere posible?
Antígona ( Ἀντιγόνη), Sófocles (Σοφοκλής), 442 a.C.
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