26/6/11

Pajaritos y pajarracos


"(...) un despropósito: que sea posible dibujar arquitectura(...). Ya ha sido reconocido, desde, por lo menos, los teóricos de la 'pura visualidad', la intraducibilidad general de los lenguajes artísticos entre sí. No puede dibujarse arquitectura, como no puede musicarse pintura o bailarse novela. El contenido de una obra es y está en su proceso de percepción, y no hay quien oiga por los ojos. Se trata, en cada caso, de una experiencia de puesta en marcha de aquellos específicos medios de composición y percepción que la propia obra de arte solicita; obra que siemre es advertida, además, como último eslabón de la serie canónica de obras de su tipo, que ella misma prolonga, supera o rompe. Sobre todo esto, léase a Sklovsky, pero recuérdese que un arquitecto radical de nuestro tiempo -Adolf Loos- ya advirtió que 'cada obra de arte tiene leyes internas tan fuertes que sólo puede manifestarse en una única forma'."

















Expressionist Theatre,
Hans Scharoun, 1922-23.

Piazza del Campo, Siena, Louis I. Kahn, 1951.





¿Es así, debe ser así, la relación entre las distintas formas de Arte, aferrándose a su condición más puramente intransferible, sectaria, aislada? La voluntad de establecer vínculos que uno tiene quizá jugaría una mala pasada al prejuicio negativo ante esta afirmación desprendida del texto citado. Pero cierto es, que no puede pretenderse bailar una novela, cantar una escultura, o musicar una obra de arquitectura. Son cosas distintas. No tan sólo en su proceso de producción (tanto física como mental) sino también en su diálogo con el público, en su propia constitución, su modo de ser comunicado.

Quizá recuerde esto a la película Pajaritos y Pajarracos (Uccellacci e Uccellini, 1966) de Pier Paolo Pasolini, en que se es encomendada la tarea de evangelizar a halcones y gorriones, siguiendo el ejemplo de San Francisco de Asís. La incapacidad de comunicar mediante un lenguaje distinto al propio, el de los halcones, ya es, de por sí, inimaginable. Pero, una vez ha podido superarse esta barrera, la mayor imposibilidad radicará en el hecho de pretender comunicar mediante el lenguaje de los halcones a los gorriones, quienes se comunican mediante otro tipo de lenguaje.

La pintura no habla el lenguaje de la arquitectura. Ni el de la música. No habla mediante los parámetros que podrían considerarse básicos para referenciar un algo en relación con un algo distinto; los lenguajes propios de cada una de las formas de arte acontecen en la propia articulación y constitución de sí mismas. Cada forma de arte tiene sus características, sus parámetros dentro-de-los-cuales es expresable, puede moverse. Y, por mucho que lleguen a abstraerse, a tender hacia sus propios límites, siguen conservando un algo de esencia que les permite pertenecer a la propia rama de la que, quizá, intentan también abstraerse. Casos acerca de este juicio podrían encontrarse ya fuera en pintura con Málevich en relación con llegar al límite, pretender abstraerse de bases tan aceptadas de la pintura como el tener cierta forma reconocible o el que haya color distintivo, o, por ejemplo, en el 4'33 de John Cage y su pieza musical sin sonido, abstrayéndose en el silencio de toda posible forma de ritmo, melodía o secuencia musical reconocible... ¿No siguen, aun acercándose al límite, perteneciendo a la forma de arte con cuyos caracteres juegan, luchan?

Musicarse pintura sería algo tal como dibujar danza, volver película novelas. De ahí la queja permanente en su 'Esculpir en el tiempo' de Andrei Tarkovsky; el cine tiene su propio lenguaje; subyaciéndose de la literatura, el cine perdería su condición de cine en tanto que tal. ¿No ocurrirá lo mismo con las otras Artes? ¿No será subyugar la arquitectura del mero dibujo un modo de pictorizar, convertir, mutar en lenguaje pictórico el objeto arquitectónico? ¿No será precisamente esta la gracia? Me refiero, ¿no es justamente esa tensión añadida, innecesaria (cada uno con su propio lenguaje sería lo más calmado, apaciguado), la que nos rinde cuentas de la existencia de un lenguaje propio, la que nos pone (o puede poner) de manifiesto lo característico de cada modo de hacer Arte?





Pasado a Limpio I, p.134-135, Josep Quetglas, 1985.

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