13/9/09

Los inicios (lingüística - existencia)

"Cuando allá en lo alto el Cielo todavía no tenía nombre

Y aquí abajo a la Tierra firme no se la llamaba de ninguna manera

Sólo el Apsû, el primero, Su progenitor,

Y Madre (Mummu) - Tiamat, La generadora de todos,

Mezclaban, juntos, sus aguas."


Hoy he estado leyendo la epopeya de la creación mesopotámica, cuyo inicio, al igual que en otros mitos cosmogónicos -siempre tan crípticos para nosotros-, parte de -genéricamente hablando- lo mismo que para Hesíodo: una sustancia primigenia (en este caso el Apsû, en el griego, el Kaos), informe, no-limitada, inalcanzable.

Pero quizá no es lo que más destacaría -leyéndolo quizá no demasiado hermenéuticamente-. Lo que más me intriga, lo que más me ha llamado la atención, es la relación biunívoca, directa y recíproca, entre lo que 'es' y lo que 'tiene nombre'.

Puesto que si algo no 'ha sido nombrado', si algo no 'tiene nombre', ¿qué papel tiene en el mundo? ¿existe? ¿es? Cuando el cielo todavía no tenía nombre, no había ninguna posibilidad de discernirlo en sí mismo. La Tierra, que tampoco se llamaba de ninguna manera, no era nada aún. Pero no es que no hubiera nada. Había Apsû y había Tiamat, quienes mezclaban, juntos, sus aguas.

Hay pues, en el imaginario mesopotámico, la presencia primogénea de una 'mezcla'. De algo poco claro, brumoso, aún sin nombre.

Y no es sino en el momento en que (biunívocamente) Cielo y Tierra se perciben distintos a partir del cual se los puede nombrar. Pero también es en el momento en que se puede nombrar al Cielo como Cielo y a la Tierra como Tierra, el momento en que estas presencias se distinguen ante nuestros ojos. No se trata de un 'hecho' cronológico. No es un 'fenómeno' causalmente -según nuestra física- consecuente.

Y quizá sea estos parámetros mentales que más nos difieran de las sociedades con base 'mítica' como modo de 'conocer' el mundo. Porque, lo queramos ver o no, conocer es asociar, limitar, marcar un cerco dentro del cual hay un 'algo' (al cual se asocia un 'nombre'), y fuera, el resto -ya sea en otros 'cercos' o no.


Lo interesante, veo, ahora (quizá mañana lo vea con otros ojos), es que aun ser posible el que haya algo previamente a la 'génesis' del Cielo (entendido como Cielo) y la Tierra (entendida como Tierra), no tiene importancia alguna. Se hubiera tratado de un 'ente' desconocido. Y, como tal, irreconocible, incognoscible: Ilimitado (pues en el mundo antiguo, mesopotámico y griego -almenos-, lo que no tiene límite, no es -en el mundo-), sin forma, sin presencia, ¿cómo algo puede ser así? ¿Cómo puede tener nombre alguno que designe, limite?


"¿Quién, pues, es bastante grande para alcanzar el cielo?

¿Quén es bastante grande para abrazar la tierra entera?"





Epopeya de la creación (Enûma Eliš), extraído del libro 'Cuando los dioses hacían de hombres', de Jean Bottéro y Samuel N. Kramer, 1989

El Diálogo Pesimista, extraído de 'Mesopotamia: La escritura, la razón y los dioses', de Jean Bottéro, 1987

2 comentarios:

  1. Me ha gustado tanto esta entrada que, meditando sobre la importancia de la palabra he recordado el culto egipcio a Heka (en realidad a sido una asociación de ideas que, supongo, nada tienen que ver con la esencia principal del texto)
    En la Magia del Antiguo Egipto pronunciar las PALABRAS de los hechizos y rituales era muy importante, pues de no ser así, ésta no funcionaría. Esto se debe a que, en uno de los mitos de la creación, cuando Ptah llevó a cabo la Creación del Mundo, pronunció en voz alta las palabras mágicas correspondientes y EL NOMBRE DE TODAS LAS COSAS. Se pensaba entonces que si se pronunciaban las palabras en voz alta, los deseos se hacían realidad.
    Heka era el dios que personificaba ese poder concentrado y en movimiento de lo que nosotros llamamos magia, al ser asociado a los poderes mágicos y sortilegios es la personificación de la magia divina que produce la vida, el poder mágico del sol y el poder de la palabra. Vaya, en definitiva, Heka es la magia :)
    Los egipcios explicaban de tres formas como trabajar con magia (poder de las palabras)
    1. El poder creativo de los pensamientos (Sia)
    2. El poder creativo de las palabras (Hu)
    3. El poder creativo de la acción guiada por Ma'at (Heka, que trae nuestras ideas para que den fruto)
    Así pues, Heka es el poder de la palabra hablada, mientras que Hu es la Palabra dicha con autoridad. Juntos, Sia (sabiduría), Hu (declaración de poder) y Heka (poder mágico) son hijos de Ra, nacidos de la sangre de su pene en un acto de auto castración, indicando que ÉL les daba nacimiento por medio del sacrificio de su virilidad y, afirmando así, su poder femenino (la dualidad del alma). Esos tres Nombres son parte de los símbolos de fertilidad, cratividad y poder mágico, los cuales son puestos en uso en ese proceso de creación.
    Vale, y como me he ido por los Cerros de Úbeda, lo dejo aquí... sorry :$
    Abrazos y besos. Isthar.

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  2. Nada, nada; siempre se agradecen las posibles adiciones a toda idea sugerida por el texto. Justo hoy estaba leyendo sobre la importancia de la palabra en el mundo antiguo. Mañana escribiré -y transcribiré- algo al respecto... Un beso!

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