22/2/10

Sobre la paz perpetua


Creo que aún no había insertado en este blog el tema de la política, aunque sin duda es un tema recurrente e interesante. Se cita hoy un fragmento del -corto- libro del filósofo Kant, un ensayo sobre la política, en el cual distingue categóricamente democracia y república. A lo largo del libro se desarrolla una posición, un proyecto, particular sobre el camino ideal, políticamente hablando, para tendir hacia la paz perpetua entre hombres. Una nota aneja al tema de hoy sería el hablar de lo que para el sistema filosófico kantiano sería la política; dónde se situaría este campo dentro de la estructura de discursos kantiana. Seguiré en otro post, pero enunciándolo ya, la política se encontraría justamente en la negación ontológica de la moral. Trataría la política, justamente, de coartar la libertad individual, moral propia ideal del individuo solitario (teórico, pero inexistente en realidad), en la medida en que tiene o deba tener la capacidad de adaptarse a la posibilidad de una libertad colectiva, a un punto intermedio equitativo, de todas las libertades individuales posibles, de permitir que se establezca un nivel equitativo de todas ellas, justo.

Aquí me gustaría adjuntar un cierto vínculo respecto al concepto de moral mesopotámica, en relación al archiconocido -y mal titulado, según he podido compreder desde análisis de Jean Bottéro- Código de Hammurabi, en relación a la voluntad indudable y necesaria de Hammurabi como equitativo: la equidad como base de la política se encuentra también en la propuesta kantiana, como necesariamente presente. Quizá, aún así, no tenga sentido plantear como problema primordial el sistema político: trátese de monarquía -ya fuere despótica o no- o no, el principio de la equidad justa sobrevuela ante otros principios del dominio o sistema político.




"Para que no se confunda la constitución republicana con la democrática (como suele ocurrir) es preciso hacer notar lo siguiente. Las formas de un Estado (civitas) pueden clasificarse por la diferencia en las personas que poseen el supremo poder del Estado o por el modo de gobernar al pueblo, sea quien fuere el gobernante. Con la primera vía se denomina realmente la forma de la soberanía (forma imperii) y sólo hay tres formas posibles, a saber, la soberanía la posee uno solo o algunos relacionados entre sí o todos los que forman la sociedad civil conjuntamente (autocracia, aristocracia y democracia, poder del príncipe, de la nobleza, del pueblo). La segunda vía es la forma de gobierno (forma regiminis) y se refiere al modo como el Estado hace uso de la plenitud de su poder, modo basado en la constitución (en el acto de la voluntad general por el que una masa se convierte en un pueblo): en este sentido la constitución es o republicana o despótica. El republicanismo es el principio político de la separación del poder ejecutivo (gobierno) del legislativo; el despotismo es el principio de la ejecución arbitraria por el Estado de leyes que él mismo se ha dado, con lo que la voluntad pública es manejada por el gobernante como su voluntad particular. -De las tres formas de Estado, la democracia es, en el sentido propio de la palabra, necesariamente un despotismo, porque funda un poder ejecutivo donde todos deciden sobre y, en todo caso, también contra uno (quien, por tanto, no da su consentimiento), con lo que todos, sin ser todos, deciden; esto es una contradicción de la voluntad general consigo misma y con la libertad-. Primer artículo definitivo para la paz perpetua (La constitución civil de todo Estado debe ser republicana), [...]"




Sobre la paz perpetua (Zum ewigen Frieden. Ein Philosophischer Entwurf von Immanuel Kant), Immanuel Kant, 1795

1 comentario:

  1. Algún cop ho havia mirat d'aquesta manera, en que la democracia es un concepte contradictori. Però si no fos així tal com ara és, quin seria el model més pròxim al signficiat de democracia i que a la vegada mantingués l'ordre públic?

    Una abraçada, Nemessis!

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