15/1/10

Oración a la lluvia



Aquí las palabras -externalizadas, pronunciadas- sobran ante la belleza de tales imágenes. Una real sucesión de planos, sin pasar nada por alto, aunque tampoco atacando al que ve la película con un plano tras otro, sin tener capacidad sensitiva de percibir la imagen misma de cada instante, -y poderla vincular a la experiencia de uno mismo-, de forma maquinal (como es habitual que ocurra hoy en día, aunque no sea necesario explicitarlo), para impresionar. Una curiosa evolución en la historia de las artes, la del espectáculo y el impresionar, o tener que sentirse por encima no ya por belleza, perfección, duda, descolocación o contraste, sino por el mero abalanzarse sobre el que quiere ver para cegarlo, para que en ningún momento tenga la calma posible como para ver.




Oración a la Lluvia
, Sergei Eisenstein, 1929.

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