18/9/10

Ordenando el mar


El asunto del que hoy trata el tema del blog empieza a finales del siglo XIX, julio de 1896, cuando un capitán de la marina alemana, Winkler, cuyo nombre ha perdido el paso del tiempo, se encontró con una especie de planos marítimos en base a un entramado de palos: los Dunung; aun su perceptible uso a nivel cartográfico, eran, para él, totalmente ilegibles.

De nuevo la curiosidad, la inquietud, lleva al hombre a vencer lo desconocido a base de pasarse múltiples años de su vida estudiando al respecto, indagando e instigando en contacto con los aborígenes, nativos de las islas Marshall, situadas al noreste de Papúa Nueva Guinea.

El interés de estas cartas navales yace en su formalización y abstracción, mucho superiores a la planimetría habitual de Occidente. La cartografía que solemos utilizar, mapas físico-verídicos cuya estructura se organiza en base a distancias, triangulaciones, en el llano infinito, se contraponen aquí con la abstracción fenomenológica más pura con la que hace tiempo que me encuentro.

Comparemos lingüísticamente estos dos planos:

Plano del Océano Pacífico sectorizado por la marina alemana a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. En él se observa el matiz científico basado en el estructurar el mundo en base a un sistema racional externo, alieno a éste, cuadrangular; la mera aplicación del sistema mental de uno mismo, de la razón propia, ante lo desconocido o lo que se quiere conocer, lo que se quiere 'interpretar'; digamos, sintetizando que el punto de vista científico consiste en el ver lo que ya se sabe, como ya se sabe el mundo.


Y sí, es una forma exactísima de conocer, pero dejando a la deriva el ser propio de la cosa, en pro a la precisión del querer conocerla científicamente. l trasfondo derivable de este tipo de representación, aun pudiendo tener en consideración la cartografía general en busca de la exactitud 'real', científica, de la superficie terrestre, es el intento de entender el mundo en base a los principios modernos de uno mismo, en base a la abstracción matemática general para estructurar 'objetivamente' el mundo en el que vivimos. Se olvida o se elide toda consideración acerca de qué pueda haber de sustancial en lo que se quiere representar. La música de Bach, para la ciencia, es representable-copiable-plenamente entendible (comprensible, según la ciencia) en ceros y unos. La virgen de las Rocas, de Leonardo, también. ¿Qué hay de pérdida, de olvido en esta precisión? Justamente lo que de fenomenológico pueda tener el ser de la cosa representada-copiada-creada.

¿Y en qué consiste ese mirar el mundo, representarlo, sin olvidar lo que éste es? ¿En qué consiste hacer el mundo -y no un abstracto genérico cognoscible- sujeto cuya constitución particular describan los predicados que le asignamos? ¿En qué consiste ese mirar al mundo e intentar comprenderlo tal como éste es y no intentar verlo con los propios ojos, con los propios sistemas de estructuralidad matemáticos?

Justamente, mirando al mar según sus corrientes. Según sus caminos invisibles. Puesto que en el archipiélago de las Marshall, si hay algo que tenga que ser importante para la comunicación entre islas, tuvo que ser precisamente el modo exacto de cómo estando en un punto particular del sistema, podía navegar uno hacia otro; qué orden intrínseco tiene la cosa en sí de la que se está hablando, cuya asimilación y comprensión de verdad importa.

La línea recta, el trazo sobre el papel no es sino una abstracción inservible en el mar y sus movimientos. Son los palos las vías de movimientos de agua, y las conchas los puntos fijos, las islas que allí ya-yacen, que allí son subjectum.

¿Qué forma tiene el mar? ¿De qué forma se puede representar el mar sino con la forma en que una balsa surca las olas? ¿Qué era el mar para ellos si no un medio de transporte, un espacio divisible por rutas, por trazas y caminos cuya constitución no tenía que ver con la escuadra matemática, sino por los vientos y las aguas? ¿No es esto un respeto y consideración especial por el mundo, el entenderlo según sus propios parámetros y no intentar aplicarle los nuestros?

Tan sólo a modo de conclusión me gustaría vincular algunas maneras de representar arquitectura contemporánea por mano del arquitecto catalán Enric Miralles, quien, ya no tan sólo formalmente (es evidente aquí la similitud de los trazos e interrelaciones que en ambos tipos de representación uno puede encontrar).


Digo no tan sólo formalmente porque, como siempre, lo que interesa es la estructura del pensamiento. El qué significa el espacio, como ya hace un tiempo colgué con un artículo de Felipe Martínez Marzoa, en tanto que la mera y pura condición de la división. De cómo unos trazos generan espacio entre ellos, de cómo se unen y separan, de tipos de líneas de similar constitución, vecinas, parecidas, homólogas, o de líneas intrusas en un sistema, que permiten estructurar tanto, como vemos, un espacio marino (con los Dunung), un espacio construido (con líneas estructurales y formales, como en las maquetas Miralles) o hasta (sí...) espacios celestes.





Los Dunung y la Arquitectura del espacio, Àngel Menargues, 2010

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