26/4/09

Del permanecer en el mundo II


De la 'permanencia' hablábamos hace unos textos en base a la epopeya de Gilgame
š, y de cómo al humano le es inevitable la muerte. Se comentó cómo es la condición de ésta vida, la del hecho de también-morir, de vivir-y-por-lo-tanto-morir. En esta epístola que Plinio -el joven- envía a Tácito con el motivo de la muerte de su tío a causa de la erupción del Vesubio se hace hincapié en el cómo el humano puede permanecer. No él mismo, sino el relato, lo dicho de él; de cómo esas palabras, eternas, definirían y glorificarían lo limitado y efímero de la vida de la persona...

De cómo Gilgame
š gozaría, aunque no lo supiera -es más, una vez muerto-, de una vida sin fin (según la opinión de Plinio), es aquello que hay también en la petición que el joven Plinio hace a Tácito en favor y honor a su tío. Pero, ¿es realmente la preocupación de Gilgameš, volviendo al tema iniciático del blog, la de que se le recuerde? ¿Que haya una epopeya a su honor y que en el futuro se hable de él? Creo que es bastante evidente que no; aparte de la distinta concepción del tiempo (ya expuesta) y del sujeto en el mundo sumerio (en la que no entraremos ahora), lo que más le horroriza a Gilgameš del morir es lo que previamente (y de forma directa) había percibido con la muerte de su amigo Enkidu, de cómo le salen a éste gusanos por la nariz, de cómo permanece impasible éste ante las lamentaciones de Gilgameš; no es el miedo a ser olvidado sino a la propia y mera muerte (léanse los versos 13-14 de la tablilla VIII de la epopeya de Gilgameš):

Ahora, ¿qué es este sueño que se ha apoderado [de ti]?
¡De pronto, te has vuelto sombra y ya no [me] escuchas!

Sombras. Al fin y al cabo, nos volvemos sombras. Espectros de lo que fuimos. Nos 'volvemos arcilla' (ref. tablilla XI), volvemos al suelo, al Abzu (materia primogenia) de donde todo viene. ¿No es ese, de nuevo, el miedo ante lo desconocido, el terror al blanco? ¿No es el miedo a no permanecer para siempre? ¿No vendrá siempre noche y más noche?

Aún así, el consuelo del ser recordados puede que permita calmar tal pavor ante la ya-no-vida, la muerte. Almenos, así se pensó cuando surgió el Retrato como temática artística, las Biografías como temáticas literarias... así surgió la historia, como para que algo que se pierde inexorablemente pueda ser detenido y mantenido...






"Me pides que te describa la muerte de mi tío para poder dejar a la posteridad un relato más verídico de la misma. Te doy las gracias, pues me doy cuenta de que su muerte alcanzará, si es celebrada por ti, una gloria inmortal. Aunque haya perecido en una catástrofe, al mismo tiempo que pueblos y ciudades, como si fuese a vivir siempre gracias a un suceso tan memorable, aunque él mismo haya dejado numerosas obras literarias dignas de ser recordadas, sin embargo, la inmortalidad que merecen tus escritos contribuirá en gran medida a perpetuar su memoria. En verdad que considero afortunados a los hombres a los que los dioses han concedido o bien realizar hazañas que merezcan ser escritas, o bien escribir obras que merecen ser leídas, y muy afortunados a los que les conceden ambas cosas. Entre estos últimos se encontrará mi tío gracias a sus libros y también a los tuyos. Por todo esto, no sólo acepto con agrado la tarea que me encomiendas, sino que incluso la reclamo.


Se encontraba en Miseno al mando de la flota. El 24 de agosto, como a la séptima hora, mi madre le hace notar que ha aparecido en el cielo una nube extraña por su aspecto y tamaño. Él había tomado su acostumbrado baño de sol, había tomado luego un baño de agua fría, había comido algo tumbado y en aquellos momentos estaba estudiando; pide el calzado, sube a un lugar desde el que podía contemplarse mejor aquel prodigio. La nube surgía sin que los que miraban desde lejos pudieran averiguar con seguridad de qué monte (luego se supo que había sido el Vesubio), mostrando un aspecto y una forma que recordaba más a un pino que a ningún otro árbol. Pues tras alzarse a gran altura como si fuese el tronco de un árbol larguísimo, se abría como en ramas; yo imagino que esto era porque había sido lanzada hacia arriba por la primera erupción; luego, cuando la fuerza de esta había decaído, debilitada o incluso vencida por su propio peso se disipaba a lo ancho, a veces de un color blanco, otras sucio y manchado a causa de la tierra o cenizas que transportaba. A mi tío, como hombre sabio que era, le pareció que se trataba de un fenómeno importante y que merecía ser contemplado desde más cerca. Ordena que se le prepare un navío veloz, y me ofrece la oportunidad de ir con él, si yo lo deseaba; le respondí que prefería continuar estudiando, y precisamente él me había dado algún material para que yo lo escribiese. Cuando salía de su casa, recibe un mensaje de Rectina, esposa de Tascio, aterrorizada por el peligro que la amenazaba (pues su villa estaba al pie de la montaña y no tenía ninguna escapatoria, excepto por mar); le rogaba que le salvase de esa situación tan desesperada. Él cambió de planes y lo que había iniciado con el ánimo de un estudioso lo terminó con el de un héroe. Manda sacar las cuadrirremes, él mismo sube a bordo con la intención de auxiliar no solo a Rectina sino a otros muchos (pues los encantos de la costa atraían a un gran número de visitantes). Se dirige rápidamente al lugar del que todos los demás huyen despavoridos, mantiene el rumbo en línea recta, el timón directo hacia el peligro, hasta tal punto libre de temor que dictaba o él mismo anotaba todos los cambios, todas las formas de aquel desastre, tal como las había captado con los ojos. Ya las cenizas caían sobre los navíos, más compactas y ardientes, a medida que se acercaban; incluso ya caían piedra pómez y rocas ennegrecidas, quemadas y rotas por el fuego; ya un bajo fondo se había formado repentinamente y los desprendimientos de los montes dificultaban grandemente el acceso a la playa. Mi tío dudó algún tiempo si sería conveniente regresar; luego al piloto, que le aconsejaba que así lo hiciese, le dijo: “la Fortuna ayuda a los héroes: pon rumbo a casa de Pomponiano”. Esta se encontraba en Estabias, al otro lado de la bahía (pues el mar, al curvarse ligeramente la costa cerrándose sobre sí misma, penetra en tierra). Allí, aunque el peligro aún no estaba cerca, era evidente que se aproximaba conforme iba creciendo, y Pomponiano había cargado sus pertenencias en unos barcos, decidido a huir, tan pronto como el viento, que se oponía a ello, se hubiese calmado. Mi tío, impulsado por ese mismo viento muy favorable para él, arriba a puerto, abraza a su atemorizado amigo, le consuela y anima y, para calmar sus temores con el ejemplo de su propia tranquilidad, ordena que sus esclavos le lleven al baño; después del aseo, se sienta a la mesa y come algo con buen humor o (lo que no es menos hermoso) finge que está de buen humor. Entretanto, en numerosos puntos en las laderas del Vesubio podían verse enormes incendios y altísimas columnas de fuego, cuyo brillo y resplandor aumentaba la oscuridad de la noche. Mi tío, intentando calmar el miedo de sus acompañantes, repetía que se trataba de hogueras dejadas por los campesinos en su huida y casas abandonadas al fuego que ardían en la soledad. Luego se retiró a descansar y ciertamente durmió sin la menor sombra de duda, pues su respiración, que a causa de su corpulencia era más bien sonora y grave, podía ser escuchada por las personas que iban y venían delante de su puerta. Pero el patio desde el que se accedía a su habitación, repleto de cenizas y piedra pómez de tal manera había subido de nivel que, si hubiese permanecido más tiempo ene l dormitorio, ya no habría podido salir. Luego que fue despertado, salió fuera y se reúne con Pomponiano y los demás que habían pasado toda la noche en vela. Deliberan en común si deben permanecer bajo techo o salir al exterior, pues los frecuentes y fuertes temblores de tierra hacían temblar los edificios y, como si fuesen removidos de sus cimientos, parecía que se inclinaban ya hacia un lado, ya hacia el otro. Al aire libre, por el contrario, el temor de la caída de fragmentos de piedra pómez, aunque estos fuesen ligeros y porosos, pero la comparación de los peligros les llevó a elegir esta segunda posibilidad. En el caso de mi tío venció el mejor punto de vista, en el de los demás venció el temor mayor. Para protegerse contra los objetos que caen, colocan sobre sus cabezas almohadas sujetas con cintas. En cualquier otro lugar era ya de día, pero allí era de noche, una noche más densa y negra que todas las noches que haya habido nunca, cuya oscuridad, sin embargo, atenuaban el fuego de numerosas antorchas y diversos tipos de lámparas. Mi tío decidió bajar hasta la playa y ver sobre el lugar si era posible una salida por mar, pero éste permanecía todavía violento y peligroso. Allí, recostándose sobre un lienzo extendido sobre el terreno, mi tío pidió repetidamente agua fría para beber. Luego, las llamas y el olor del azufre, anuncio de que el fuego se aproximaba, ponen en fuga a sus compañeros, a él en cambio le animan a seguir. Apoyándose en dos jóvenes esclavos pudo ponerse en pie, pero al punto se desplomó, porque, como yo supongo, la densa humareda le impidió respirar y le cerró la laringe, que tenía de nacimiento delicada y estrecha y que con frecuencia se inflamaba. Cuando volvió el día (que era el tercero a contar desde el último que él había visto), su cuerpo fue encontrado intacto, en perfecto estado y cubierto con la vestimenta que llevaba: el aspecto de su cuerpo más parecía el de una persona descansando que el de un difunto.

Entretanto, mi madre y yo en Miseno; pero esto no tiene importancia para la historia, y tú solo quieres tener noticias sobre la muerte de mi tío. No me voy, pues, a extender más. Tan solo añadiré que yo te he expuesto con detalle todos los acontecimientos de los que o bien fui testigo o bien tuve noticias inmediatamente después de que ocurriesen, cuando se recuerdan más fielmente. Tú seleccionarás lo más importante, pues una cosa es escribir una carta y otra un relato histórico; una cosa escribir a un amigo y otra escribir para todos. Adiós.
"





Epistulae 6,16 Plinio el joven, 79 dC

25/4/09

La maldición de Akkad


Hoy, sin duda alguna, uno de los textos más intensos que he leído jamás. Se trata, en primer lugar, de una maldición. Un clamo a que un odio, una venganza, un ajuste de cuentas, se plasme. Un claro y férreo deseo que algo malo le ocurra, en este caso, a la ciudad de Akkad (Ágade). Es un fragmento realmente potente. Quizás lo definiría con el adjetivo escalofriante.

Genera escalofríos el hecho de que tal maldición conscierna principalmente a la ciudad. No queda en evidencia qué le ocurrirá a sus habitantes; el destino de la maldición es la ciudad misma: sus muros, sus cercanías, aquello que nutre y permite que ésta crezca... Casi sería paralela al desear que ésta, Akkad, fuera para cualquier tiempo venidero olvidada, eliminada de la memoria.

Como podréis ver, hay en el fragmento ciertos versos que se pueden encontrar de una forma bastante directa en la Biblia judaico-cristiana o en otros textos cosmogónico-teogónicos de otras culturas. En especial a una cierta imagen: que la hierba no vuelva a crecer cerca de ella, por donde la ciudad es.

Es decir, un deseo que la vida jamás volviera a acercarse a tal ciudad. Que la vida ahuyentase sus cercanías. Algo similar hasta ocurre con el mito de Midas, el rey frigio que todo lo que tocaba (por 'gracia' de Dioniso) era convertido en oro -mucho más tardío, claro-, hecho por el cual toda persona, todo alimento, toda planta, que rozaba con la yema de sus dedos, moría de forma inevitable, se petrificaba en reluciente metal.





"¡Oh, Ciudad, que osaste atacar al Ekur, tú que has desafiado a Enlil!

Akkad, tú que osaste atacar al Ekur, tú que has desafiado a Enlil.


Que tus bosquecillos queden reducidos a un montón de polvo...

Que la arcilla de que están hechos tus muros vuelva al Abzu de donde salió

Que tus ladrillos sean malditos por Enki.

Que tus árboles vuelvan a sus bosques (o 'que tus granos retornen a su surcos'),

Que tus árboles sean malditos por Ninildu.

Tus bueyes, abatidos —que así puedas abatir a tus mujeres en su lugar.

Tus carneros, degollados —que así puedas degollar a los niños en su lugar.

Tus pobres —que así puedan ser obligados a ahogar sus preciosos (?) hijos...


Akkad, que tu palacio, construido con el corazón alegre,

se hunda en medio de la angustia (o 'se convierta en una ruina lamentable')

Y que los seres maléficos de la estepa desierta hagan resonar allí sus aullidos;

Que los zorros barran con la cola los montones de ruinas

allí donde se celebraban tus ritos y tus fiestas (o 'allí donde se alzaban tus puertas monumentales').

Que en los caminos de sirga de tus barcas ('a lo largo de los canales'),

no crezcan más que hierbajos;

Que en los caminos de tus carros,

no crezca más que la planta de la lamentación;

Más aún, que en los caminos de sirga

y los embarcaderos de tus barcas

Ningún ser humano pueda pasar, a causa de las cabras salvajes,

de las sabandijas (?), de las serpientes y de los escorpiones.

Que en tus llanuras,donde crecían las plantas que calman el corazón,

No crezca más que la caña de lágrimas.

Akkad, que en lugar de tu agua dulce,

no fluya más que agua amarga ('salobre').


Que el que diga: «Quisiera establecerme en esta ciudad»,

no encuentre sitio adecuado para instalarse;

Que el que diga: «Quisiera descansar en Akkad»,

no encuentre sitio adecuado para dormir."



La maldición de Akkad, Leyenda sumeria; milenio II aC

La página en blanco


Suele ocurrir a menudo que, en el ámbito de lo creado, del 'crear' mismo, haya inserida (quizá provinentes de la bohemia parisina o de la forja algo antes de las vanguardias de la figura del 'artista' como la entendemos) un cierto escalofrío, una especie de miedo hacia lo desconocido (cuya condición inherente, en tanto que arte, es la de ser desconocido, a priori en cualquier sentido posible y a posteriori si nos regimos a lo que sería una lectura eminentemente kantiana del arte).

Este miedo hacia lo desconocido, hacia el blanco del papel, sería otra forma de horror vacui, que, sin duda, poco tiene que ver con ciertos momentos de arte modernista, barroco, rococó, árabe, o, yendo más atrás, vikingo o helenístico. Este miedo pasa por el considerar la obra de arte como un proceso limitado en el tiempo y en el espacio. Es decir, con un principio, comienzo, y con un final. Y el tener propia consciencia de que algo 'tenga que' ser empezado asusta. Y asusta precisamente por ser aquello que, en tanto que arte, no puede ser exclusivamente conocido de antemano (pues no hablaríamos propiamente de creación), mas tampoco puede ser totalmente desconocido, puesto que, por otro lado, el artista se encontraría ante la imposibilidad de crear.

De aquí podríamos dejar entrever el que, esta imposibilidad de crear sin ningún sustrato como base, viene a ser lo mismo que se ha ido ya comentando en los inicios de este blog: el que, no puede ser sino de un contraste de algo respecto algo otro, de una posibilidad de lo ente ante otra, de allí donde surja la creación.

Dicho en otras palabras, la brecha, el surco que Hesíodo plantea como base o sustrato para la creación de todo lo que hay, de todo lo ente -el
Χάος (kaos)- no es sino el mismo momento turbio, inestable y necesariamente no-cognoscible que ocurre con la creación de la obra de arte. Es decir, que del que 'al principio sólo fuera el caos', entendido no como desordenado si no como esa brecha de la que surge la materia (primogénea de la que se puede hacer todo el universo) no puede ser tan distinto de cómo, de la aparente nada, puede surgir el uno de la obra de arte.

¿Miedo, terror, a la página en blanco? Quizá como Oteiza, yo me decantaría por el que sea justo allí donde es posible cierta felicidad ante la inherente humanidad del 'crear'.

Os dejo con estas palabras del escultor - poeta vasco Jorge Oteiza.








"Lo que me interesa es la escritura poética.
Protegerme en un pedazo de papel.

Recuerdo cuando Mallarmé, creo que era Mallarmé y poetas que han sido de Mallarmé hablan con terror de la página en blanco cuando se ponen a pensar o a escribir.
¡Con terror a la página en blanco!

¡Yo la única felicidad que tengo es cuando veo la página en blanco!

Y dejo dos palabras, tres, empiezo a combinarlas… lo mismo que he hecho en escultura. Combinaciones binarias, ternarias, metáforas, … surge todo, yo soy feliz
¿Quién ha hablado de este horror a la página en blanco? ¡Es el único sitio donde me siento feliz!



La escritura poética, que es el lenguaje más barato, más fácil, más feliz, donde basta una sola cuartilla, coloco unas palabras y espero.

noté
que de mis últimas esculturas
salían palabras
sentí que era el final
aquí pasé
de mi lenguaje de escultura
lento y caro
a esta economía de lenguaje
no hay nadie
en este papel en blanco
no hay nadie pero
llamo en este papel
pongo unas palabras
en este papel
y espero"



Escritos, Jorge Oteiza

Requiem Æeternam Deo


Aunque el título del fragmento sea 'El loco' (der tolle Mensch) he visto más razonable titular esta entrada del blog con el referente a la muerte de dios, y a los cánticos que éste, el loco, hace a Dios una vez ésta ha muerto, ha sido asesinado.

Sin duda se trata de uno de los fragmentos, a mi modo de ver, más bellos en lo que respecta a los juegos filológicos y literarios del filósofo alemán Nietzsche. Tan escalofriantes son algunas de las preguntas retóricas que el loco dispara a sus coetáneos como otro de los textos que acabo de colgar de ' la maldición de Akkad'.

Quizá sea esta magnificencia que desborda desde el lenguaje los límites del hombre allí donde sea fructífero escarbar un poco más. Puede que no sea sino tarea de éste lenguaje el dejar ver más de lo que meramente hay (o más de lo que el hombre está capacitado por hacer). ¿Por qué no, plantearse cómo la necesidad de comunicarse pudiera surgir de ahí, de aquello que aún-no-ha-sido-realizado (ya que lo ya realizado podría haberlo expresado la misma acción llevada a cabo)?*

Almenos, dejando yacer (legen) 'a modo de notario' sensaciones de una forma extraña, convirtiéndose en vínculos sensibles sacados de su lugar habitual que nos permiten asociar algo a aquello que, por definición, jamás podríamos sentir. Ante el mero actuar -real- discernimos este decir simbólico (ya no mero decir) gracias al cual -puede- éste texto me parece tan sugerente.


* La establecida diferencia entre esto a que llamamos lo que 'aún-no-ha-sido-realizado' es claramente asimilable a lo que filológicamente diríamos de los modos 'imperfectos' de los verbos (de forma segura, almenos, en las lenguas indoeuropeas), distinguidos de los modos 'perfectos'. Es de especial mención algo que hace muy poco aprendí en una clase relativa al mundo mesopotámico: el lenguaje sumerio sólo consta de dos variaciones 'temporales' en lo que atañe a los verbos; hay sólo dos modos (que nosotros -y no ellos- atribuimos a unas categorías temporales) en que los verbos se formulan: lo 'ya-acabado' (perfecto) y lo 'aún-no-acabado'. Más adelante quizá se diga algo más al respecto, pero ahora, aquí, hay un texto más suculento para leer...






"¿No habéis oído hablar de ese loco que encendió un farol en pleno día y corrió al mercado gritando sin cesar: «¡Busco a Dios!, ¡Busco a Dios!». Como precisamente estaban allí reunidos muchos que no creían en Dios, sus gritos provocaron enormes risotadas. ¿Es que se te ha perdido?, decía uno. ¿Se ha perdido como un niño pequeño?, decía otro. ¿O se ha escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se habrá embarcado? ¿Habrá emigrado? -así gritaban y reían todos alborotadamente.


El loco saltó en medio de ellos y los traspasó con su mirada. «¿Que a dónde se ha ido Dios? -exclamó-, os lo voy a decir. Lo hemos matado: ¡vosotros y yo! Todos somos sus asesinos. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo hemos podido bebernos el mar? ¿Quién nos prestó la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hicimos, cuando desencadenamos la tierra de su sol? ¿Hacia dónde caminará ahora? ¿Hacia dónde iremos nosotros? ¿Lejos de todos los soles? ¿No nos caemos continuamente? ¿Hacia adelante, hacia atrás, hacia los lados, hacia todas partes? ¿Acaso hay todavía un arriba y un abajo? ¿No erramos como a través de una nada infinita? ¿No nos roza el soplo del espacio vacío? ¿No hace más frío? ¿No viene siempre noche y más noche? ¿No tenemos que encender faroles a mediodía? ¿No oímos todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿No nos llega todavía ningún olor de la putrefacción divina? ¡También los dioses se descomponen! ¡Dios ha muerto! ¡Dios permanece muerto! !Y nosotros lo hemos matado! ¿Cómo podremos consolarnos, asesinos entre los asesinos? Lo más sagrado y poderoso que poseía hasta ahora el mundo se ha desangrado bajo nuestros cuchillos. ¿Quién nos lavará esa sangre? ¿Con qué agua podremos purificarnos? ¿Qué ritos expiatorios, qué juegos sagrados tendremos que inventar? ¿No es la grandeza de este acto demasiado grande para nosotros? ¿No tendremos que volvernos nosotros mismos dioses para parecer dignos de ellos? Nunca hubo un acto más grande y quien nazca después de nosotros formará parte, por mor de ese acto, de una historia más elevada que todas las historias que hubo nunca hasta ahora.» Aquí, el loco se calló y volvió a mirar a su auditorio: también ellos callaban y lo miraban perplejos.

Finalmente, arrojó su farol al suelo, de tal modo que se rompió en pedazos y se apagó. «Vengo demasiado pronto -dijo entonces-, todavía no ha llegado mi tiempo. Este enorme suceso todavía está en camino y no ha llegado hasta los oídos de los hombres. El rayo y el trueno necesitan tiempo, la luz de los astros necesita tiempo, los actos necesitan tiempo, incluso después de realizados, a fin de ser vistos y oídos. Este acto está todavía más lejos de ellos que las más lejanas estrellas y, sin embargo, son ellos los que lo han cometido.»

Todavía se cuenta que el loco entró aquel mismo día en varias iglesias y entonó en ellas su Requiem aeternam deo. Una vez conducido al exterior e interpelado contestó siempre esta única frase: « ¿Pues, qué son ahora ya estas iglesias, más que las tumbas y panteones de Dios?»."



La Gaya Ciencia (
Die fröhliche Wissenschaft), §125 El loco (Der tolle Mensch), Friedrich Nietzsche, 1882


Os copio aquí la versión en alemán directamente desde la obra. Ciertos cambios respecto al alemán de Nietzsche se han hecho para que el texto sea más comprensible. Agradezco a ello la página de Project Gutenberg.


"Habt ihr nicht von jenem tollen Menschen gehört, der am hellen Vormittage eine Laterne anzündete, auf den Markt lief und unaufhörlich schrie: "ich suche Gott! Ich suche Gott!" - Da dort gerade Viele von Denen zusammen standen, welche nicht an Gott glaubten, so erregte er ein grosses Gelächter. Ist er denn verloren gegangen? sagte der Eine. Hat er sich verlaufen wie ein Kind? sagte der Andere. Oder hält er sich versteckt? Fürchtet er sich vor uns? Ist er zu Schiff gegangen? ausgewandert? - so schrieen und lachten sie durcheinander.

Der tolle Mensch sprang mitten unter sie und durchbohrte sie mit seinen Blicken. "Wohin ist Gott? rief er, ich will es euch sagen! Wir haben ihn getödtet, - ihr und ich! Wir Alle sind seine Mörder! Aber wie haben wir diess gemacht? Wie vermochten wir das Meer auszutrinken? Wer gab uns den Schwamm, um den ganzen Horizont wegzuwischen? Was thaten wir, als wir diese Erde von ihrer Sonne losketteten? Wohin bewegt sie sich nun? Wohin bewegen wir uns? Fort von allen Sonnen? Stürzen wir nicht fortwährend? Und rückwärts, seitwärts, vorwärts, nach allen Seiten? Giebt es noch ein Oben und ein Unten? Irren wir nicht wie durch ein unendliches Nichts? Haucht uns nicht der leere Raum an? Ist es nicht kälter geworden? Kommt nicht immerfort die Nacht und mehr Nacht? Müssen nicht Laternen am Vormittage angezündet werden? Hören wir noch Nichts von dem Lärm der Todtengräber, welche Gott begraben? Riechen wir noch Nichts von der göttlichen Verwesung? - auch Götter verwesen! Gott ist todt! Gott bleibt todt! Und wir haben ihn getödtet! Wie trösten wir uns, die Mörder aller Mörder? Das Heiligste und Mächtigste, was die Welt bisher besass, es ist unter unseren Messern verblutet, - wer wischt diess Blut von uns ab? Mit welchem Wasser könnten wir uns reinigen? Welche Sühnfeiern, welche heiligen Spiele werden wir erfinden müssen? Ist nicht die Grösse dieser That zu gross für uns? Müssen wir nicht selber zu Göttern werden, um nur ihrer würdig zu erscheinen? Es gab nie eine grössere That, - und wer nur immer nach uns geboren wird, gehört um dieser That willen in eine höhere Geschichte, als alle Geschichte bisher war!" - Hier schwieg der tolle Mensch und sah wieder seine Zuhörer an: auch sie schwiegen und blickten befremdet auf ihn.

Endlich warf er seine Laterne auf den Boden, dass sie in Stücke sprang und erlosch. "Ich komme zu früh, sagte er dann, ich bin noch nicht an der Zeit. Diess ungeheure Ereigniss ist noch unterwegs und wandert, - es ist noch nicht bis zu den Ohren der Menschen gedrungen. Blitz und Donner brauchen Zeit, das Licht der Gestirne braucht Zeit, Thaten brauchen Zeit, auch nachdem sie gethan sind, um gesehen und gehört zu werden. Diese That ist ihnen immer noch ferner, als die fernsten Gestirne, - und doch haben sie dieselbe gethan!" -.

Man erzählt noch, dass der tolle Mensch des selbigen Tages in verschiedene Kirchen eingedrungen sei und darin sein Requiem aeternam deo angestimmt habe. Hinausgeführt und zur Rede gesetzt, habe er immer nur diess entgegnet: "Was sind denn diese Kirchen noch, wenn sie nicht die Grüfte und Grabmäler Gottes sind?" -"

Del permanecer en el mundo I

¿Acaso tiene la palabra 'permanente' correspondencia directa con lo vivo, con algo de lo que hay en el universo? Sin ir demasiado lejos, podemos fijarnos en las teorías cosmogónicas más aceptadas hoy en día (desde la ciencia) y de cómo el que nada se mantiene ad eternam en un estado concreto. ¿Tiene sentido la palabra 'eterno' siendo vinculada a algún ente dado en el mundo?

Con esta base es de la que parte el hijo de UbarTutu (rey), Utanapišel Lejano (epíteto habitual de aquel que sobrevivió al Diluvio en el imaginario mesopotámico sumerio), para hablarle a Gilgameš del por qué lo inmortal es, al fin y al cabo, un sinsentido. Se trata de algo que no conscierne a los humanos, y cuyas reivindicaciones para acercarse a este 'inmortal', a esta vida sin fin (tan anhelada por Gilgameš rey de Uruk) son siempre en vano.




"¿(Acaso) construimos casas para siempre?

¿Sellamos compromisos para siempre?

¿Reparten los hermanos un patrimonio para siempre?

¿Persiste para siempre el odio (en la tierra)?

¿Acaso la crecida del río es permanente?


¡Tantas libélulas llevadas por la corriente,

tantos rostros que veían el sol,

de los días de antaño ya no queda nada!


¡Los que descansan y los muertos qué iguales (son)!

¿No componen la misma imagen de la muerte,

el plebeyo y el noble, cuando a ella se hallan próximos?

Sin embargo, el hombre, desde sus orígenes, es su prisionero.


Desde que [...]

Y los Anunnaki, los grandes dioses, se congregan;

Mammitu, hacedora del destino, con ellos decreta el hado:

Imponiéndonos tanto la muerte como la vida

Dejándonos tan sólo ignorar el momento de la muerte."




Epopeya de Gilgameš (versión ninivita), Tablilla X, finales del II milenio aC.

24/4/09

Poema histórico


Con este poema propio, escrito en catalán, me permitiré empezar esta página. Una primera aportación de la mano y mente de uno que surge una noche, a altas horas de madrugada; no es, aun así, fruto del sueño, no nos confundamos... Respecto a éste, al poema, no será mi voluntad explicarlo, desmembrándolo, pero es necesario entender, de antemano, el vínculo que habrá entre el avance de un día (de alba a ocaso), el avance de la humanidad (de sus albores hasta hoy) y el de, completando esta tríada de avances evolutivos, el alfabeto griego (desde alfa hasta omega).





"
Alfa. Beta. α , β

Del tot al déu,

l' alba humana esdevé

al Sol veritable;

i entre oreig i oreig,

el terrible oracle

prediu.


Gamma. Delta. γ , δ


Del déu a Déu,

nu auspici de llibertat,

observat entre runa i cel

minvà, al fracàs,

el cínic vol dels ocells.


Èpsilon. Zeta. Eta. ε , ζ , η


Aurora encesa, l' avui emana,

i crema un ahir

de buidor i voluntat

de l' home per esdevenir,

desitjós, però oblidat.


Theta. Iota. Kappa. θ , ι , κ


Un nou dia s' inicia,

un eclipsi i un ocàs.

La creença que nega la vida

s' imposa, victoriosa,

al seu propi llegat.


Lambda. Mi. Ni. Ksi. λ , μ , ν , ξ


Les hores passen, i l' home

de nou pretén alçar-se.

D' un cop punyent ell mateix

s' esclafa, a voluntat d' esclavatge,

tot deixant el biliós rastre.


Òmicron. Pi. Ro. ο , π , ρ


De cop i volta desperta,

del somni de la veritat;

desesperat, busca,

en sí mateix, la Caverna,

on ha de tornar.


Sigma. Tau. Ípsilon. σ , τ , υ


De Déu al déu, doncs,

de nou el caure nu,

desarrelat,

objectiu,

irrefrenable,

desterrant.


Fi. Khi. φ , χ


L' oprobi, al recer,

guarda a l' home

entre bardisses.

Saber, temps

i ésser

a l' art han enterrat.


Psi. Omega. ψ , ω


De l' U al res.


[silenci]"




Poema històric, Àngel Menargues, 2008