26/9/10

Sobre ornamentación


"Cuando las formas son secamente geométricas, entonces necesitan para buen contraste, si se repitan mucho; un objeto de una forma que sea muy libre, que no se sujete a forma alguna en gene­ral. El capitel del templo de Apolo en Figalia de Ictinos, por la forma acentuada del ábaco que los ángulos presentan, nuevos cuadros y la moldura circular inferior, el meandro del ábaco y el collarino y las fuertes estrías del fuste y las repetidas molduras de la base, exigen unas palmetas que se aproximan más al natural y exigen, además, estiletes todavía para dominar y hacer pasar plaza se superficie neutra al conjunto de molduras enumeradas. El capitel dórico, de forma sencilla, mecánica, después de colocarle un bien atado collarino a la cúspide de las estrías, no exige más que una forma completamente convencional de la naturaleza, las palmetas pintadas constituyen la parte más atrevida comparada con el meandro del ábaco, y con las líneas vecinas como ornamentación principal, no como riqueza, sino como idea, los asuntos de las metopas, los del tímpano y los ángulos y cresta del frontón. Al contrario, el del monumento a Lisicrates cuyas formas exageradamente geomé­tricas, el zócalo cuadrado encierra unas gradas, constituyendo prismas y más prismas, encima de los cuales se destaca un pesado cilindro que no hace más que darle el parecido ‘de mayores dimen­siones, los conos de las columnas, y después de tanta forma pura­mente geométrica que domina tanto y tanto como tal, es natural que no podía venir otra cosa que la naturaleza más precisa, que en el templo de Apolo no podía faltar el encanto y las flores y tallos, y la cubierta debía convertirse en un tapizado de hojas dados al capitel sin rival, modelo en el tamaño, en el material, en el dibujo, en la composición, en ejecución, en luces, en la creación maravillosamente griega, el capitel del Erecteo.


El capitel del Erecteo está tan apropiado al material de que se trata que las molduras se enriquecen con el claro oscuro, los colla­res de palmetas son esculturados y más perennes, las estrías más pronunciadas, y por consiguiente en todo él abunda mucho la forma geometral e indispensable. Es el recuerdo de la naturaleza más frecuente para dominar tanto movimiento y darle un toque culminante, cosa que es como la cabeza del ovillo de la belleza y formas.

El Erecteo, templo cuya atención se concreta en el pórtico, sus seis columnas o cuatro forman el principal elemento, no tenía grandes estatuas en el tímpano. Debían ser sus columnas gallardas como la figura humana, rígidas como las del Partenón y su magni­tud no grande debía estar suplida por la riqueza, pero no riqueza de adamascado, sino de relieve de claro-oscuro, de silueta en todo y en cada una de sus partes, la menor dimensión debía ser solventada por el alarde de forma trabajada y elaborada y es de sentido común que las formas sencillas sean peculiares de la grandeza y la orna­mentación abundante es propia de las pequeñas masas. Las grandes masas son siempre en si un elemento de la elevada ornamentación. Por ejemplo, los tambores de 2 metros que componían las colum­nas del Partenón, ¿qué ornamentación se podía desear para ellos, para el capitel cuyo ábaco tenía una altura mayor que el codo de los atletas, y cuya huella hubiera sido de miope al lado del equino?

¿qué ornamentación mejor que hacer brillar en toda su pureza esta grandeza, y qué más acertado que hacerla crear si cabe por perfiles sutiles pero enérgicos, delicados en ciertas partes para indicar la finura y riqueza del material y poner de relieve la grandeza?"




Manuscritos sobre ornamentación, Antoni Gaudí, 1878

1 comentario:

  1. angel acabo de descobrir el teu blog, només dir-te que m'encanten aquests escrits que trobes i comparteixes. merci

    Inés

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