1/3/11

Y al principio fue...


Hacía un tiempo que volví a tener el blog en proceso de abandono. Pero es cierto que aún hay infinidad de cosas por compartir, por decir. El tema de hoy gira alrededor de ciertos mitos de creación en clave comparativa; en el caso del actual post, de la mitología mesopotámica, la helénica y la nórdica, en orden cronológico (por mera metodología, no por ningún tipo de intencionalidad).

Si bien es cierto que el comienzo de todas ellas no dista tanto, en clave metafísica y en base a sus caracteres eminentemente negativos, y que la nomenclatura o denominación de los seres divinos divergen lógicamente, será el tratamiento o desgranamiento de pequeños matices que permitirán distinguir levemente algunos esquemas mentales distintos.

Empecemos por citar los fragmentos en cuestión, transliterados, traducidos al castellano y algo comentados:




enūma eliš lā nabû šamāmū
šapliš ammatum šuma lā zakrat
ABZU-ma rēshtû zārûšun
Mummu Tiāmat mu(w)allidat gimrišun
mêšunu ištēniš ihīqūma

"Cuando en lo alto el cielo no había sido llamado
y abajo, del suelo firme no había sido pronunciado un nombre,
nada, salvo el primordial Apsu, engendrado por
Mummu, y Tiamat -la que les dio a luz a todos-,
mezclaban juntos sus aguas."

Enuma eliš, tablilla I vv.1-5, XI aC




En base a citas anteriores a J. Bottéro, recordemos la central importancia de la denominación en el imaginario mesopotámico, de la constitución del mismo nombre como esencial de la cosa misma. El no-ser no puede denominarse: la no-separación, delimitación entre cielos y tierra no deja de ser la necesaria imposibilidad de percepción -y, por lo tanto, adecuación a figura, subsunción a concepto, posibilidad de ser conocido, entendido-.

Si, tal como decía
F. M. Marzoa, hablando del espacio, A es A en la medida en que no es B -y en la medida en que queda claramente delimitado, distinguido, del segundo-, el cielo y la tierra no podrían llegar a ser sin límite. La noche es noche en la medida en que la noche no es día, y a la inversa. El cielo es cielo en la medida en que no es tierra, y es en el tiempo en que eso no es así tiempo de origen, de antes del tiempo tal y como lo conocemos, tiempo de creación del mundo tal y como lo conocemos (delimitado como lo entendemos y percibimos).


Tanto Tiamat como Apsu son divinidades aquí informes, son aguas, son sin límite. Se mezclan, se confunden. ¿Es la forma clara el inicio del tiempo, espacio y ser? ¿Es cuando existe límite el comienzo del Universo?




ἦ τοι μὲν πρώτιστα Χάος γένετ᾽, αὐτὰρ ἔπειτα
Γαῖ᾽ εὐρύστερνος, πάντων ἕδος ἀσφαλὲς αἰεὶ
[ ἀθανάτων οἳ ἔχουσι κάρη νιφόεντος Ὀλύμπου, ]
Τάρταρά τ᾽ ἠερόεντα μυχῷ χθονὸς εὐρυοδείης,
ἠδ᾽ Ἔρος, ὃς κάλλιστος ἐν ἀθανάτοισι θεοῖσι,
λυσιμελής, πάντων δὲ θεῶν πάντων τ᾽ ἀνθρώπων
δάμναται ἐν στήθεσσι νόον καὶ ἐπίφρονα βουλήν.

"Al principio, antes de nada, fue el Caos;
después, Gea, de ancho seno, base firme
de todas las cosas para siempre;
Tártaro, nebuloso, en un rincón de la tierra de anchos caminos
y Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales,
relajador de los miembros y que tiene, dentro de su pecho,
la mente y el prudente consejo de todos los dioses y todos los hombre.
"

Teogonía (Θεογονία), vv.117-123, Hesíodo (Ἡσίοδος), VII-VIII aC




¿No se trata, de nuevo, de lo mismo? ¿de la misma constitución del origen como in-forme, como desdibujado, nebuloso, repleto de confusión y sin límites claros? Uno podría pensar que es precisamente el Caos el estandarte de lo no-limitado, pero... ¿es Gea, siendo base firme de todas las cosas para siempre, un ente con límite? ¡Precisamente no tiene límite en tanto que omnipresente! ¿No será hasta que Cronos castre a su progenitor Urano, momento en que Gea y Urano, tierra y cielo, separarán sus cuerpos y el límite aparecerá, permitiendo la vida, el espacio y el paso del tiempo?




Ár var alda, þat er Ymir bygði,
Vara sandr né sær né svalar unnir;
iorð fannz æva né upphiminn,
gap var ginnunga, enn gras hvergi.

"Antiguos fueron los tiempos, en que Ymir vivió
No había mar con sus frías olas, ni arenas;
la Tierra no había sido, tampoco el cielo ahí arriba;
Sólo el vacío abismo; tampoco hierba jamás había habido."

Völuspá, Codex Regius (Edda poética), II, vv. 9-12, 1270




También la mitología nórdica, vikinga, hace hincapié en el aspecto del cielo y la tierra, quizá de modo más sutil -y, sin duda, con una poética mucho más repleta de filigranas-. Ymir se creó en Ginnungagap, lugar en que vivió, del contacto efímero e imposible entre Niflheim, los hielos, el Frío, y Muspelheim, el Calor. El hielo derritido con la chispa de la vida, por decirlo de otro modo.




¿Se podría desgranar algo del asunto, más allá de lo dicho? Quizá me gustaría poner un poco más de énfasis en lo que subyace -quizá- al pensar de estas culturas, en lo fenomenológicamente esencial para éstas. La base de las tres, aparte de la no-delimitación (y por lo tanto no-existencia) del Cielo y la Tierra -como tales, aun siendo una confusa masa de ellos ya mezcladas- es la importancia que se da a cierta parte de la naturaleza -en forma divina, lógicamente-.

La mitología mesopotámica aparece enunciando básicamente sus dos divinidades primogenias: Tiamat y Apsu, las aguas saladas y las aguas dulces, que, en los inicios, mezclan sus aguas -no permitiendo la aparición de la vida con ello, claro-. ¿No es esto una necesidad esencial, ineludible en la mente de Súmer, Akkad, Assur, Babilonia, etc., la necesaria existencia tanto del Tigris como del Éufrates para la vida? ¿No es lo más esencial de todo, el agua? Más que el cielo, la tierra, la luz, lo verde... no es el agua el origen de todo, para los mesopotámicos?

La mitología griega, en cambio, no parece enfatizar tanto esta necesariedad. En sí, lo que se remarca, aparte del estado primigenio -del que poco se puede divagar claramente-, es la prevalencia de Gea, de la Tierra, como base de todo. El mar es aquello que está entre porción y porción de tierra -siendo el Okéanos una divinidad que aparece posteriormente a Gea-. Grecia, tierra abrupta, difícil, ante el mar, no es sino la vida de los helenos. Sus montañas, sus defensas, sus difíciles llanuras configuran el sistema de vida de los helenos en ciertos puntos de dominio en forma de ciudades-estado.

Desde la mitología vikinga, lo esencial es la dualidad entre Frío y Calor. La esencia del deshielo y la permisión de vida en base a la capacidad del hombre de hacer Fuego es, de largo, mucho más importante -necesario para el imaginario también- que la existencia de ríos o abrupta constitución de las tierras en que se encuentran.

¿Es quizá superficial, o creéis que algo habrá de esto en el imaginario antiguo que generó estos mitos de creación del mundo?




Orígenes, Angel Menargues, 2011.

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