12/3/11

La fuerza del mar


"Poseidón, de azulada melena, y el esclarecido Héctor,
protegiendo éste a los troyanos y aquel a los argivos.
El mar se desbordó hacia las tiendas y hacia las naves
de los argivos, mientras chocaban con grandes alaridos.
Ni el oleaje del mar grita tanto al batir la tierra firme,
cuando surge del ponto gracias al siniestro soplo del Bóreas"








Y de mis pesares por Japón y sus temblores y olas.





La Ilíada, (Homero?), VIII aC (?), Canto XIV vv.390-395

Nocturna en Do menor (Op. 48), Fryderyk Franciszek Chopin, 1841, interpretado por Valentina Igoshina.

1/3/11

Y al principio fue...


Hacía un tiempo que volví a tener el blog en proceso de abandono. Pero es cierto que aún hay infinidad de cosas por compartir, por decir. El tema de hoy gira alrededor de ciertos mitos de creación en clave comparativa; en el caso del actual post, de la mitología mesopotámica, la helénica y la nórdica, en orden cronológico (por mera metodología, no por ningún tipo de intencionalidad).

Si bien es cierto que el comienzo de todas ellas no dista tanto, en clave metafísica y en base a sus caracteres eminentemente negativos, y que la nomenclatura o denominación de los seres divinos divergen lógicamente, será el tratamiento o desgranamiento de pequeños matices que permitirán distinguir levemente algunos esquemas mentales distintos.

Empecemos por citar los fragmentos en cuestión, transliterados, traducidos al castellano y algo comentados:




enūma eliš lā nabû šamāmū
šapliš ammatum šuma lā zakrat
ABZU-ma rēshtû zārûšun
Mummu Tiāmat mu(w)allidat gimrišun
mêšunu ištēniš ihīqūma

"Cuando en lo alto el cielo no había sido llamado
y abajo, del suelo firme no había sido pronunciado un nombre,
nada, salvo el primordial Apsu, engendrado por
Mummu, y Tiamat -la que les dio a luz a todos-,
mezclaban juntos sus aguas."

Enuma eliš, tablilla I vv.1-5, XI aC




En base a citas anteriores a J. Bottéro, recordemos la central importancia de la denominación en el imaginario mesopotámico, de la constitución del mismo nombre como esencial de la cosa misma. El no-ser no puede denominarse: la no-separación, delimitación entre cielos y tierra no deja de ser la necesaria imposibilidad de percepción -y, por lo tanto, adecuación a figura, subsunción a concepto, posibilidad de ser conocido, entendido-.

Si, tal como decía
F. M. Marzoa, hablando del espacio, A es A en la medida en que no es B -y en la medida en que queda claramente delimitado, distinguido, del segundo-, el cielo y la tierra no podrían llegar a ser sin límite. La noche es noche en la medida en que la noche no es día, y a la inversa. El cielo es cielo en la medida en que no es tierra, y es en el tiempo en que eso no es así tiempo de origen, de antes del tiempo tal y como lo conocemos, tiempo de creación del mundo tal y como lo conocemos (delimitado como lo entendemos y percibimos).


Tanto Tiamat como Apsu son divinidades aquí informes, son aguas, son sin límite. Se mezclan, se confunden. ¿Es la forma clara el inicio del tiempo, espacio y ser? ¿Es cuando existe límite el comienzo del Universo?




ἦ τοι μὲν πρώτιστα Χάος γένετ᾽, αὐτὰρ ἔπειτα
Γαῖ᾽ εὐρύστερνος, πάντων ἕδος ἀσφαλὲς αἰεὶ
[ ἀθανάτων οἳ ἔχουσι κάρη νιφόεντος Ὀλύμπου, ]
Τάρταρά τ᾽ ἠερόεντα μυχῷ χθονὸς εὐρυοδείης,
ἠδ᾽ Ἔρος, ὃς κάλλιστος ἐν ἀθανάτοισι θεοῖσι,
λυσιμελής, πάντων δὲ θεῶν πάντων τ᾽ ἀνθρώπων
δάμναται ἐν στήθεσσι νόον καὶ ἐπίφρονα βουλήν.

"Al principio, antes de nada, fue el Caos;
después, Gea, de ancho seno, base firme
de todas las cosas para siempre;
Tártaro, nebuloso, en un rincón de la tierra de anchos caminos
y Eros, el más hermoso entre los dioses inmortales,
relajador de los miembros y que tiene, dentro de su pecho,
la mente y el prudente consejo de todos los dioses y todos los hombre.
"

Teogonía (Θεογονία), vv.117-123, Hesíodo (Ἡσίοδος), VII-VIII aC




¿No se trata, de nuevo, de lo mismo? ¿de la misma constitución del origen como in-forme, como desdibujado, nebuloso, repleto de confusión y sin límites claros? Uno podría pensar que es precisamente el Caos el estandarte de lo no-limitado, pero... ¿es Gea, siendo base firme de todas las cosas para siempre, un ente con límite? ¡Precisamente no tiene límite en tanto que omnipresente! ¿No será hasta que Cronos castre a su progenitor Urano, momento en que Gea y Urano, tierra y cielo, separarán sus cuerpos y el límite aparecerá, permitiendo la vida, el espacio y el paso del tiempo?




Ár var alda, þat er Ymir bygði,
Vara sandr né sær né svalar unnir;
iorð fannz æva né upphiminn,
gap var ginnunga, enn gras hvergi.

"Antiguos fueron los tiempos, en que Ymir vivió
No había mar con sus frías olas, ni arenas;
la Tierra no había sido, tampoco el cielo ahí arriba;
Sólo el vacío abismo; tampoco hierba jamás había habido."

Völuspá, Codex Regius (Edda poética), II, vv. 9-12, 1270




También la mitología nórdica, vikinga, hace hincapié en el aspecto del cielo y la tierra, quizá de modo más sutil -y, sin duda, con una poética mucho más repleta de filigranas-. Ymir se creó en Ginnungagap, lugar en que vivió, del contacto efímero e imposible entre Niflheim, los hielos, el Frío, y Muspelheim, el Calor. El hielo derritido con la chispa de la vida, por decirlo de otro modo.




¿Se podría desgranar algo del asunto, más allá de lo dicho? Quizá me gustaría poner un poco más de énfasis en lo que subyace -quizá- al pensar de estas culturas, en lo fenomenológicamente esencial para éstas. La base de las tres, aparte de la no-delimitación (y por lo tanto no-existencia) del Cielo y la Tierra -como tales, aun siendo una confusa masa de ellos ya mezcladas- es la importancia que se da a cierta parte de la naturaleza -en forma divina, lógicamente-.

La mitología mesopotámica aparece enunciando básicamente sus dos divinidades primogenias: Tiamat y Apsu, las aguas saladas y las aguas dulces, que, en los inicios, mezclan sus aguas -no permitiendo la aparición de la vida con ello, claro-. ¿No es esto una necesidad esencial, ineludible en la mente de Súmer, Akkad, Assur, Babilonia, etc., la necesaria existencia tanto del Tigris como del Éufrates para la vida? ¿No es lo más esencial de todo, el agua? Más que el cielo, la tierra, la luz, lo verde... no es el agua el origen de todo, para los mesopotámicos?

La mitología griega, en cambio, no parece enfatizar tanto esta necesariedad. En sí, lo que se remarca, aparte del estado primigenio -del que poco se puede divagar claramente-, es la prevalencia de Gea, de la Tierra, como base de todo. El mar es aquello que está entre porción y porción de tierra -siendo el Okéanos una divinidad que aparece posteriormente a Gea-. Grecia, tierra abrupta, difícil, ante el mar, no es sino la vida de los helenos. Sus montañas, sus defensas, sus difíciles llanuras configuran el sistema de vida de los helenos en ciertos puntos de dominio en forma de ciudades-estado.

Desde la mitología vikinga, lo esencial es la dualidad entre Frío y Calor. La esencia del deshielo y la permisión de vida en base a la capacidad del hombre de hacer Fuego es, de largo, mucho más importante -necesario para el imaginario también- que la existencia de ríos o abrupta constitución de las tierras en que se encuentran.

¿Es quizá superficial, o creéis que algo habrá de esto en el imaginario antiguo que generó estos mitos de creación del mundo?




Orígenes, Angel Menargues, 2011.

3/12/10

Mecánica cuántica y el juicio reflexionante kantiano


Hoy el tema surge de la lectura -que estoy a punto de acabar- del libro "El gran diseño", coescrito por Stephen Hawking y Leonard Mlonidow. En él, ambos físicos enuncian y describen una serie de conceptos y dispares modelos de universo, modelos -el énfasis en esta palabra en el libro es sustancial- en que cada una de los conjuntos de leyes según las cuales la naturaleza puede ser explicada, conocida.

Así pues, rozando terrenos pantanosos del en qué consiste conocer, ambos autores se aventuran en una especie de historiología del conocer científico (citando, en un falaz e hipócrita modo, como es habitual, el caso del origen mítico del universo, del cual, como veremos, no se dista tanto en los modelos actuales) en que, por el momento, lo que queda claro, es que es necesariamente incierto. El punto inicial que se plantea como juicio a priori del asunto es que, en base al principio de indeterminación de Heisenberg en 1927, no podemos conocerlo todo con exactitud, determinísticamente.

Esto no tan sólo implica que las partículas, en su movimiento, no tienen asociada una trayectoria definida como lo tienen en la física newtoniana -que se desprende directamente de la formulación de Heisenberg, sino que, en general, uno ya no puede hacer física determinísticamente.

Resumiendo, que a lo que debe cernirse la investigación física de hoy día no es sino un cálculo probabilístico de las distintas posibles versiones de universo y/o leyes físicas que a cada una de las posibilidades pueda tocar.


A mi modo de ver, quizá demasiado inexperto en el campo de la física teórica -y más, de la mecánica cuántica en electromagnetismo, nuclear débil, fuerte y/o ... gravedad-, se ha olvidado el leitmotiv, el camino, de lo que la física tenía que ser. Si bien es cierto que los modelos matemáticos empiezan a cuadrar a niveles mucho más elevados (en especial tratándose de momentos de singularidad, como el Big Bang, o inflación, que de éste se deriva) que los de la física Newtoniana (añado ya Einstein y su "Una nueva determinación de las dimensiones moleculares" a la historia más contemporánea del asunto de la física actual), parece que el destino al que los físicos ansiaban llegar ha sido olvidado.

Me refiero a que la voluntad inicial, la de explicar el universo en clave humana, en clave de la Razón, se diluye en pro de que las fórmulas matemáticas puedan cuadrar, puedan ser válidas y legítimas -en clave meramente matemática-. Del juicio sintético, de génesis, tendemos a lo analítico, pero eso no es lo importante.


Como ocurre con Kant, en su análisis sobre qué es el conocimiento y cómo uno puede conocer, existe una tendencia en tematizar los criterios según los cuales uno conoce, lo metacognoscitivo (los llamados, en la Crítica de la Razón Pura, juicios sintéticos a priori), alejándose de la primordial pregunta del conocimiento en sí. Se entra -como ocurre con la física actual, a mi modo de ver- en una espiral infinita, siempre repetible, de en qué consiste aquello en lo que consiste aquello que es aquello en lo que consiste... (etc) ... el universo (o el conocer, en general).

Y después de las fuerzas -las leyes de la naturaleza (que tan bien describen lo que ocurre en nuestro mundo, en el mundo más terrenal y sin irnos a terrenos microscópicos, infratómicos, o terrenos macroscópicos, supraestelares- uno se va a determinar qué son los átomos; de ahí uno se encuentra (teóricamente, y ya de forma experimentalmente validada
*NOTA...) los quarks, y de ahí, las supercuerdas que los forman, o los universos burbuja, o los ...

De lo que se trata es de ver cómo el ir profundizando sobre lo que en inicio no era tema, lo no tematizable, nos hace perder el rumbo hacia el conocimiento al que queríamos llegar -véase, el qué es el Universo, y el cómo hemos llegado aquí-.

No digo que no sea el camino correcto, el de analizar todo lo que constituye el Universo tal y como es, pero lo que sí es cierto es que tanto malabar y tergiversaciones matemáticas no aparentan ser sino parches, apaños, para salvar un modelo físico como es el de la cuántica.





* La validación científica de estos conceptos, ideas y particulas, ¿en qué consiste? ¿Consiste en buscar aquello que debe estar ahí o consiste en que interpretar aquello que está ahí adecuándolo a nuevas teorías o modelos físicos? Es decir, ¿se trata de formular aquello que lógicamente podamos decir sobre en qué consiste todo lo que vemos-sentimos? (a nivel sensorial, ahora), o se trata de hacer malabares matemáticos para hacer que lo que hay sea casualmente la constante o la ley que estábamos buscando (aunque por ello tengamos que inventar-imaginar 7 universos plegados más aparte de los 4 conocidos previamente)?





Sobre cuántica y conocimiento, Àngel Menargues, 2010.

10/11/10

Silencio y grito


Y del grito silente lleno de horror, pánico. Este momento de la película de Bergman (así como algunos momentos de la película de Persona) siempre me trae -superficialmente- a la cabeza la imagen del grito (Skrik) de Edvard Munch, pero también la obra de Judith matando a Holofernes de Artemisia Gentileschi. El instante de terror inabarcable, ilimitado, ante la muerte es aquello que, en definitiva, todos y cada uno de nosotros, podemos tener en común. ¿Será lo único que en esencia podemos tener por seguro? ¿O hay más? ¿Hay más en esencia profunda equivalente en todos nosotros que el ser-limitados, el vivir-un-lapso-de-tiempo?




Silencio (Tystnaden),
Ingmar Bergman, 1963

Beuys y el coyote


¿En qué podría consistir el que un artista se cerrara tres días en una jaula dentro de un museo con un coyote, vestido de chamán, oculto bajo ropajes? Quizá la pregunta debería mutar a algo así como ¿En qué podría consistir el que del hacer esta Acción -como dice el mismo Beuys- se derive el que ahí ha habido creación artística? ¿En qué consiste el hecho de que a lo largo del siglo XX el arte y su relación con lo bello haya sido -en apariencia- abducida y sustituida paulatinamente por actos inexplicables, de aparente locura -almenos parcial-? Esta respuesta tiene que ser analizada con mucho más detenimiento que un minso post de madrugada. Ya lo intentaré hacer. La pregunta a la que hoy nos encaramos no sería tanto el en qué consiste que se produzca ese abismo, ese salto, entre lo considerado como "arte del pasado" y "lo de hoy en día" (que muchos dudan o titubean -y con cierta/certera razón- al tener que tildar, nombrar, con la denominación de arte), sino de ¿cuál es el motivo de que este carácter de arte de acción, performance, se haya perpetrado y siga siendo vigente?

Uno tiene una ligera convicción ante el asunto -probablemente falsa y alimentada por esa aura de ceguera que, a priori, y por mera inocencia, me produce el que algo sea llamado arte, en contraposición a lo que no- en lo que podría vincularse con un tipo de sociedad acorde con el tipo de arte en cuestión. La memoria del pasado y el presente, su interpretación, ya no es algo fijable en marcos y límites estables. El cuadro, la escultura, pasan a dejar de tener sentido si (si y sólo si, nótese) éstas quieren aferrarse a fijar ciegamente el cambiante mundo en que hoy se vive (otra cosa sería del que éstas obras -en cuestión, estables- pretendieran, a modo redentor, estabilizar, paralizar por un instante, el caótico-y des-ordenado mundo en que vivimos). La Acción, la performance, el acto efímero, único, singular, que el tiempo borra -como todo-; el ser a corto plazo, la sacudida, la confusión y la parálisis ante lo extraño que aparece y, de pronto, ya no está, ha des-aparecido. Este carácter tan acelerado, tan insignificante para el mundo -y, en sí, su carácter efímero lo confirma y reafirma-, hacen que, todo sentido, todo significado, que ésta, obra, esta Acción, pueda tener, multiplique su efecto exponencialmente. El hacer-patente lo irrisorio del crear objetos en tanto que objetos permite una conexión mucho más rápida, eficaz y -en lo que atañe al entendimiento paramétrico-moderno del todo a día de hoy- potente con el que-lo-ve, o, hasta más aún, con el que "no-lo-vió-pero-...". Ya hasta se nos presenta la posibilidad de no estar presentes en el instante en que el arte ocurre, sino, a modo de archivero, constatar documentación al respecto. De eso se trata, el hoy en día, ¿no? El ir-con-prisas, de-prisas, el no-poder-pararse, ni aún cuando se trata de un algo con significado, causa que -a mi modo de ver el asunto, claro- el hacer un acto casi instantáneo no sea sino un gritar a viva voz, desgarrándose la propia laringe para que el mundo inhumano (o des-humanizo, des-humanizado) despierte de un letargo, ni que sea momentáneamente, para re-descubrirse, volver a -quizá- querer encontrar un significado a la vida y a lo que de ella se pueda desprender.

¿Un coyote y un hombre en una jaula? Pues sí; y, como en el caso de Duchamp, no es sino en el momento en que esto ocurre en un lugar particular, ya sea en New York en los 70', como fue, o fuera en medio del barrio gótico de Barcelona el pasado sábado.



Vídeo de Beuys y el Coyote, extracto
(disculpadme, pero esta página no permitía situar aquí en el blog el vídeo en cuestión)



"Realmente he aceptado la figura del chamán durante la Acción. [...] pero no para rechazarla, en el sentido de que se trata de un ir-para-atrás ahí donde el saber del chamán era totalmente válido [...], sino que utilizo esta figura ancestral para expresar algo proyectado hacia el futuro, en el sentido que, al decir que el chamán es, está, es el estar siendo sinónimo de algo, alguien, que fue capaz de obtener las conexiones materiales y espirituales en una sola unidad."

Además, "desde que me planteé tomar un animal para la Acción, decidí tomar uno que hubiese desempeñado un papel importante en la psique americana: el coyote. Se destaca como avatar, representante de la oculta -y a voluntad- historia, del pasado de asesinatos de los indios; y, de cómo, de algún modo, los americanos lo siguen hoy en día odiando."




Conversación con Erika Billeter, marzo del1981 en Mythos und Ritual 1981, s.89. Traducción propia; extraído del libro Beuys. Die Revolution sind wir, Joseph Beuys, 2008.

[Re/Retro]-conocimiento


Es preciso que, a modo de preámbulo del post de hoy, me autoreconozca un tanto autista en lo que refiere a compilaciones sintéticas de conocimiento al más puro estilo de "frases célebres de ...", puesto que, no tan sólo pecan de reduccionismo lingüístico, sino que suelen posicionarse tendenciosamente descontextualizadas de un pensar englobante de tal o cual persona particular. Refiriéndome a ello querría puntualizar que lo dicho subyugaría a lo que en esencia vienen éstas a ser; ya no me gustaría inmiscuirme en lo que sería un -cada día más- tipificado y creciente corriente de hoy en día en que un cierto sentimentalismo semiromántico (pero en su faceta más bien oscura y con voluntad barata de tenebrosismo) diluye líneas fronterizas con lo que llamaríamos filosofía o pensar, dando por supuesto algo así como que la base del pensador no es sino aquel que aparenta distancia, sufrimiento (farsa) y algún tipo de ir-por-encima-ísmo. No es tema del blog tratar de particularidades al respecto -almenos, no hoy- sino que exponía lo que, para mí, constituye una duda, un titubeo, por lo que respecta al uso pedagógico de las archiconocidas "frases célebres de ...".

Además, claro está, uno lee lo que quiere leer. Uno no articula un conjunto de caracteres entorno a figuras lingüísticas superiores como palabras, que luego, sintácticamente organizadas, forman frases (en este caso más bien cortas, sintéticas y a veces crípticas) hasta derivar un significado dado, determinado, por dichos caracteres; uno no puede sino leer en tanto que, y en la medida que, uno sabe de tal o cual cosa, y no es sino mediante la propia mediación, interpretación, de lo leído según lo que ya-se-sabe, en base a lo cual uno puede leer algo u otro en-sobre la cosa en cuestión (en un mismo conjunto de palabras, entiéndase). Quizá se trate de lo mismo que ocurre con la vana pretensión de creer conocido a un autor por una única obra. A Michaelangelo por el David, a Leonardo por su Última Cena, a Duchamp por su Urinario, a Beuys por su coyote Dax (o ser un correcaminos algo masoquista). El tema no es querer-dar por necesario el conocer toda la obra y vida de un autor para juzgarlo. En mi opinión el tema consistiría más bien en saber que no estamos juzgando a tal o cual personaje, u obra, o tema, o frase, sino que estamos añadiendo fragmentos de saber, interpretaciones de lo vivido y lo que por vivir quede, en nuestra propia persona, según nuestro propio punto de mira. Y toda obra, pieza musical o frase célebre, no será un "ver-analíticamente", un "leer lo que otro escribió", sino un "generar ya-de-por-sí interpretaciones al respecto"; se trata, todo proceso de afrontarse uno con el arte -sea cual sea aquello a que nos encaramos-, de una génesis, un crear (desde y para) uno mismo. Y quizá tan sólo sea importante el tener consciencia de ello. Para no creer que "sabemos de tal o cual" más que otros, sino de tener en mente qué es lo que "tal o cual" aportan a uno mismo (no, de nuevo, a nivel meramente sentimentaloide, sino a nivel profundo).

Y es, aun previamente haber dudado -tramposamente, pues el tema ha sido generado de final a principio- de cierto carácter pedagógico de lo que se conoce como la "frase célebre", fascinante, en la medida en que somos capaces -en general- de a partir de una frase dada, llegar a derivar, interpretar, analizar, pensar, en cualquier otra cosa. Relacionar, vincular, contrastar. Para uno y los demás. Para ello, la frase que ha provocado este pequeño escrito. El fragmento con potencia, por decirlo de alguna manera:




"No se ve sino lo que se tiene ya dentro del ojo"




Escritos -recopilación póstuma-,
Eduardo Chillida, 2005